domingo, 19 de abril de 2009

Reseña 1

Texto: “Abusos sexuales: una desprotección”
Olga Guerra Arabolaza



Olga Guerra Arabolaza, licenciada en psicología y profesora de Ciencias, es miembro del Equipo de Infancia y Familia del CIM (comisión de Bienestar Social) en España que trabaja por el bienestar social de la familia y en especial de los niños. Su texto informativo: “Abusos sexuales: una desprotección” explica y describe, la situación de desamparo y miedo a la que se enfrentan las víctimas de este acto debido a la falta de apoyo familiar y a las complicaciones de los procesos judiciales para poder condenar al abusador. Con este artículo Guerra Arabolaza, demuestra la importancia que tienen los apoyos de los terapeutas en los casos de abuso sexual para que las niñas sean apoyadas por su familia y el violador pague por lo ocasionado. También invita a la comunidad a escuchar a las víctimas que aunque son menores están realmente pasando por una situación trastornarte que marca su infancia y en un instante puede marcar toda su vida. Por tanto fomenta el apoyo y credibilidad hacia a estas víctimas que en muchas ocasiones son señaladas como las culpables.

La revelación de los abusos sexuales es uno de los principales problemas observados en las niñas que han sido sometidas a una violación sexual. Principalmente tomar la decisión de denunciar al abusador no es fácil de lograr en ninguno de los casos debido a que cuando se logra hacerlo los efectos inmediatos no son en la mayoría de los casos positivos. Al entrar en una “tratamiento psicológico” (pág. 2)debido a la situación, lo primero que se recibe por parte del abusador es la absoluta negación de los hechos que hacen que la victima caiga en depresión ya que queda “implícitamente culpabilizada por la situación creada ante la revelación del abuso” (pág. 2 ). Dado a esto, la familia queda en un ambiente tenso en donde no se sabe que va a suceder y en donde la posible solución o apoyo es brindada por los terapeutas encargados de estos casos, con el fin de proteger y reconstruir los derechos de la niña abusada. A pesar de este apoyo que no sólo se le brinda a la niña sino a la familia, existen situaciones en donde los hermanos o otros miembros de la familia exigen que el problema se resuelva en “el ámbito familiar y no se hagan públicos” (pág. 2), lo que hace que los sentimientos de la niña sean ocultados y no exista una intervención de terceros: psicólogos y el estado para darle una solución razonable al problema. Es evidente que muchos casos de abuso sexual no son conocidos por el hecho de que dar el gran primer paso es un gran temor para las víctimas. Sin embargo creo que es muy importante y valioso que se denuncien estos casos que buscan condenar al culpable.

De igual manera no resulta fácil tener a toda la familia enfrentando la situación debido a que las víctimas son en gran parte cuestionadas y desprotegidas por sus madres. Cada vez que se “acerca el momento del juicio, la tensión” (pág.3) aumenta porque la madre que supuestamente debe mantener una “situación de neutralidad” (pág.2), en muchas situaciones, no le cree a su hija sus declaraciones acerca de su propio padre y no se da cuenta de lo que se vive dentro de su propio hogar. Y como consecuencia la jovencita se siente reprimida, pues no recibe apoyo familiar ya que en muchos casos, lo que busca la familia es “evitar la prisión para el ofensor” (pág.3). Ante esta delicada situación “es la víctima la que sale de la casa familiar para poder ser protegida” (pág. 3) y sin haber cometido un delito estos hechos de desprotección familiar la conducen a pensar que ha cometido un error al relatar los hechos, sintiéndose abandonada por el ser más importante en su vida. La posición de la madre empeora la situación y genera un mayor estrés en la victima debido a que en pocas palabras esta actúa como cómplice de los abusos cometidos por su esposo/compañero y se deja envolver por la nueva forma de actuar del ofensor, que trata de mostrarse como un buen padre y marido para así recibir apoyo, corroborar lo que su hija declaraba en su contra y evitar una condena. Lamentablemente las víctimas que tratan de hacer justicia muchas veces salen desprotegidas y la situación se empeora ya que son desprotegidas por el simple hecho de que sus madres o familiares no tienen credibilidad en su palabra y optan por dejarse influenciar de los engaños del abusador.

Como si fuera poco el sufrimiento de la víctima, en el momento del juicio se genera “un estado emocional de inmenso estrés” (pág. 3). Este es uno de los momentos más críticos después de que la victima decide relatar los hechos en contra del ofensor debido a que debe volver a los hechos, pero esta vez se “produce ante el presunto ofensor y ante todo el sistema judicial” (pág. 4) lo que la obliga a revivir momentos muy dolorosos de su vida. Sin embargo es indispensable responder a las órdenes judiciales así no se sepa si su testimonio será creído con el fin de lograr la condena de su padre. Por último durante esta fase influye el hecho anterior de que la madre ha decidido no apoyarla, dado que las declaraciones que haga la mamá pueden derrumbar todo el caso e impedir el que el padre verdaderamente pague una condena. A pesar de que sea un momento difícil para la víctima, creo que es muy importante que ella no se deje debilitar por las percepciones que tenga de su familia y los jueces. De lo contrario debe estar totalmente segura e intentar lograr la calma porque si ha sido sometida a este tipo de violencia tan cruel creo que de ninguna forma el ofensor debe salir librado.

Afortunadamente dentro del juicio existe un momento celebrado por la victima: cuando la sentencia ha sido favorable para ella. Es aquí cuando “el sistema judicial ha reconocido que los abusos sexuales han tenido lugar” (pág. 4) y posteriormente el ofensor es condenado. Como consecuencia la victima siente esperanza porque ha logrado que su madre como su familia no “puedan negar por más tiempo” (pág. 4) lo que negaron desde un principio y empieza una nueva vida. A pesar de que más anhela la víctima es recibir el apoyo que había sido negado por su madre, se ha comprobado que “si una madre no ha podido apoyar a su hija antes, difícilmente podrá hacerlo después” (pág. 4). Sin embargo el reconocimiento de que la niña es inocente y que ha logrado hacer uso de la justicia, es lo más favorable en este momento de su vida. Lograr que se haga justicia ante esta situación es muy importante porque se muestra que denunciar ayuda a que el abuso sexual reciba un inmenso apoyo por parte del estado y la sociedad para poder prevenir que los niños sean víctimas del abuso sexual infantil.

Desafortunadamente en muchos casos el dilema no se resuelve y la vida de las víctimas queda marcada. Para muchas niñas es muy difícil poder hacer conocer los hechos y como resultado sus padres continúan abusando de ellas hasta que estas criaturas toman el rol de madre, nunca superando la situación. Sin embargo aquellas victimas que logran denunciar, que “han vivido con la esperanza de que el juicio y la sentencia” (pág. 5) solucionen su dolor y que han logra condenar a su padre, en muchos casos no logran salir adelante. Esto se debe a que ellas esperan que después de la sentencia “sean reparadas por sus madres” (pág. 5), pero son desilusionadas porque las madres “ni siquiera ahora tras la sentencia condenatoria les creen, las defienden y las apoyan” (pág. 5). Tristemente en muchas víctimas se genera una depresión profunda y en ciertos casos se encuentra “cuadros de comportamientos disruptivos que conducen hacia la propia autodestrucción: promiscuidad, drogas, suicidios, etc.” (pág. 6). Es así que el sufrimiento al que ellas han sido sometidas no es entendido ni apoyado por sus familiares sino que la abandonan emocional y físicamente de por vida. Sin tener en cuenta todo a lo que las victimas pueden ser sometidas es inentendible que una madre no Apoye a su hija en semejante situación tan degradante para la vida de la pequeña.
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En conclusión “Abusos sexuales: una desprotección” es un texto en donde se informa la situación de desprotección que reciben las víctimas del abuso sexual en el momento que con temor y desespero deciden relatar los hechos con el fin de que su padre sea sometido a una condena. Para estas niñas que han sido víctimas del abuso sexual infantil no es fácil asumir en ningún momento que su madre ante la declaración, durante el juicio y después de la solución no la apoye y no sea capaz de abrir los ojos para lograr ver lo que sucede entre su hija y esposo. Lastimosamente debido al abandono familiar que reciben las víctimas, los psicólogos e instituciones que velan por la protección de los menores se hacen cargo de brindarles apoyos. Sin embargo esto no es del todo significativo para que las víctimas logren tener una vida digna, pues ellas anhelan ante todo el respaldo y consideración de la familia. Olga Guerra, logra mostrar que ante esta situación se debe ante todo proteger a la víctima y escucharlas sin juzgar los hechos porque el hecho de que estas niñas estén denunciando es porque quieren mostrar su sufrimiento a la familia, demostrar que se vive en su propio hogar y finalmente hacer que el ofensor tenga una condena. Es importante que como jóvenes y adultos nos informemos acerca de la situación para ayudar a la proteger los derechos de los menores y hacer que en nuestra sociedad se haga justicia frente a semejante delito.
Bibliogragia
Bibliografía:

Guerra, Olga. "Abusos sexuales: una desprotección." 15 Abr. 2009 .

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